domingo, 1 de agosto de 2021

La Pfizer y las Taser, o la ideología de la estupidez

 "El principal problema del gobierno nacional es ideológico. Todos sus problemas -y, por carácter transitivo, los del país- derivan de este tronco programático. Su ideología es una mezcla de populismo, progresismo setentista, proto-autoritarismo, estatismo empresario e intervencionismo económico, un combo difícil de calzar en alguna de las corrientes tradicionales del pensamiento político. No obstante, y aun así, es posible identificar una variable que traspasa a estos componentes: la estupidez.

(...)

Sigamos ahora con la Taser. Como se sabe, se trata de pistolas diseñadas para incapacitar a una persona a través de descargas eléctricas que la invalidan temporalmente mediante dardos unidos al dispositivo por alambres conductores. Son ampliamente utilizadas por fuerzas policiales de todo el mundo debido a que no son letales y que evitan el riesgo de daños colaterales al no utilizar balas que pueden rebotar contra superficies y herir a terceros inocentes.

Controlado, Fanático, Definitivamente

La exministra de seguridad Patricia Bullrich oficializó, en mayo de 2019, el uso de esta pistolas por parte de las fuerzas federales de seguridad, lo cual motivó una fuerte oleada de críticas de parte de la izquierda y del actual Frente de Todos. Quienes impugnaban su empleo argumentaban que las Taser tenían un funesto parentesco con la picana eléctrica utilizadas por los torturadores del Proceso Militar y que violaban los derechos humanos. Hebe de Bonafini llegó a decir que, si era cierto que no mataban, pues que las probasen con “la hija de Macri (Antonia), los hijos de la Vidal y los hijos y los parientes de la Bullrich” y que solo así les creería.

Cuando Alberto Fernández llegó al poder y siempre atento a las prevenciones de la señor de Bonafini, Sabina Frederic, la responsable de la cartera de Seguridad, derogó el protocolo de uso las pistolas eléctricas que había sido impulsado por su antecesora macrista. Tanto el presidente como su ministra dejaron bien en claro que, para la ideología de seguridad que postulaba su gobierno, era mejor matar a los delincuentes (presuntos o flagrantes) que aparentar picanearlos y violar sus derechos humanos.

El asunto pasó a segundo plano conforme se multiplicaban las malas nuevas de la pandemia pero, merced a un reciente y episodio protagonizado por Santiago “Chano” Charpentier, los abogados de las Taser reforzaron sus convicciones sobre la conveniencia de su uso. En la noche del domingo el músico, un adicto a las drogas, tuvo un brote psicótico e intentó agredir a su madre con un cuchillo en su casa. La policía, convocada de urgencia, no pudo detenerlo y Chano terminó con un disparo efectuado por un efectivo y aparentemente en defensa propia. Por este hecho se encuentra internado y con lesiones de consideración.

Si la policía hubiera dispuesto de una Taser, Chano estaría sano y salvo. Habría sido reducido sin riesgos para su vida ni para los demás. Pero como esta pistola sufre del anatema del progresismo, la única solución fue utilizar un arma de fuego para impedir que el ex Tan Biónica atacase a los presentes completamente fuera de sí.

Vale, por lo tanto, enfatizar la constatación: ¿puede una ideología ser tan estúpida? Demorar criminalmente la llegada de vacunas tan indispensables como seguras o prohibir la utilización de un arma no letal con argumentos de una dictadura ya lejana son testimonios de una simpleza que sonroja y asombra. A estas pruebas deben adicionarse otras, tales como las prohibiciones para exportar carnes o la insistencia en el control de precios, que ocasionan, paradójicamente, los incrementos en los precios que se buscan evitar adoptando este tipo de medida. ¡Que triste no disponer, tan siquiera, del consuelo de una vacuna! La estupidez no cuenta, por el momento, de antídoto alguno. Y tal vez no haya ninguno disponible en los siglos venideros."

Diario Alfil

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