El Complejo Hospitalario Churruca-Visca, dependiente de la Superintendencia de Bienestar de la Policía Federal Argentina del Ministerio de Seguridad de la Nación, atraviesa una profunda crisis que se refleja en la renuncia masiva de profesionales de la salud y el deterioro generalizado de la atención médica. En lo que va del año, 96 trabajadores de la salud han renunciado a sus puestos, mientras que la Policía Federal Argentina registra 600 bajas totales en el mismo período.
Hace un mes se suicidó un suboficial en el Churruca.
Salarios por debajo de la línea de pobreza
Los sueldos de los profesionales médicos se encuentran muy por debajo del RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables) y en muchos casos rozando la línea de pobreza. Un médico especialista con el rango de auxiliar superior de sexta categoría percibe apenas 732.994 pesos mensuales, mientras que un jefe de área médica cobra menos de un millón de pesos. Los residentes, que tienen dedicación exclusiva, reciben remuneraciones inferiores al millón de pesos, con aumentos programados de apenas 10.000 a 15.000 pesos hasta fin de año.
La diferencia salarial es abismal comparada con el sector privado, donde los mismos profesionales pueden ganar hasta cinco veces más. Esta disparidad ha generado un éxodo masivo hacia clínicas privadas y otros centros de salud que ofrecen mejores condiciones laborales.
Falta de reconocimiento del rol y función profesional
Uno de los problemas más graves es la ausencia de diferenciación salarial según el rol y la función que desempeñan los profesionales. Médicos especialistas con años de experiencia figuran en escalafones administrativos que no reflejan su responsabilidad profesional, mientras que algunos médicos aparecen categorizados como "agentes", una clasificación inferior incluso a la de auxiliar.
Colapso del sistema de turnos y atención
La crisis de recursos humanos ha generado un colapso en el sistema de turnos médicos. Los pacientes reportan demoras de hasta seis meses para obtener una consulta, mientras que quienes requieren atención urgente deben recurrir a las guardias, que también se encuentran saturadas por la falta de personal. Una paciente consultada manifestó: "Intenté sacar un turno, me lo dan para dentro de seis meses. No sé si voy a estar viva en seis meses".
El complejo hospitalario presenta además serios problemas de infraestructura: baños cerrados, farmacia vacía, falta de medicamentos y deficiencias en la higiene general del establecimiento.
Marco legal y regulatorio confuso
La suerte de obra social que atiende en el complejo hospitalario Churruca-Visca opera bajo un marco legal particular que genera confusión regulatoria. Para la Superintendencia de Seguros de Salud de la Nación, los aportes de los miembros de las fuerzas federales no constituyen una obra social ni una prepaga en sentido estricto, sino que funcionan bajo una ley especial como "mecanismo no regulado".
Sin embargo, para la Policía Federal Argentina, a través de la Superintendencia de Bienestar, actúa como una "administradora de fondos". Esta ambigüedad legal ha derivado en varios casos judiciales donde la Justicia ha determinado que debe regirse por las leyes de obras sociales, estableciendo un precedente importante para los derechos de los beneficiarios. Aunque las áreas administrativas tanto cómo jurídicas de las fuerzas federales y del ministerio de seguridad siguen apelando con la finalidad de demorar las respuestas efectivas, generando con esto una degradación de los servicios de salud.
Ausencia de auditorías y transparencia presupuestaria
Pese a que el gobierno actual ha enfatizado la importancia de las auditorías en diferentes áreas, el complejo hospitalario Churruca no ha sido sometido a ningún control exhaustivo. La información presupuestaria disponible carece de actualización: el último presupuesto firmado data de la gestión anterior y lleva la firma de Sergio Massa.
Documentos internos revelan inconsistencias presupuestarias significativas. En 2023, el hospital registró un superávit considerable, pero existe un faltante de 23 millones de pesos sin registro claro de su destino, todo esto según se explica en el informe de C5N. Esta situación es particularmente preocupante considerando que el hospital se sostiene exclusivamente con aportes obligatorios descontados de los sueldos de los miembros de las fuerzas federales.
Silencio oficial y temor a represalias
El Ministerio de Seguridad, encabezado por Patricia Bullrich, no ha emitido ninguna respuesta oficial sobre la crisis del hospital. Tampoco se han recibido declaraciones de la directora Nacional de Bienestar, María Lorena Petrovich (ex senadora PRO denunciada que pagaba niñera con plata del Senado), responsable directa de la gestión del centro de salud.
Los profesionales y pacientes consultados expresan temor a las sanciones disciplinarias por realizar reclamos. Esta situación de silenciamiento institucional impide que se visibilicen públicamente los problemas estructurales que afectan la atención médica de miles de efectivos de las fuerzas federales y sus familias.
Esto último está plenamente documentado con varios ejemplos, uno de ellos es cuando una persona manifestó ante el ministerio hostigamiento y este, con la firma de Maria Laura Arce, ha omitido una acción efectiva ya que no se hace acción alguna por parte del ministerio más que incluso alertar a las fuerzas que se recibió denuncias.
Incluso se encuentra el caso de la Coordinadora de Protección de Derechos Laborales, Antonella Fiore, quien en pararlo cobraba un sueldo en ACARA, denunciada por el Ministro de Justicia Cúneo Libarona, ya que es considerado según reportan en varios medios como mecanismos para cobrar sobresueldos.
Los salarios son definidos en el Ministerio de Seguridad Nacional por Martín Siracusa y el equipo económico de Luis Caputo en la denomiada COMISIÓN TÉCNICA ASESORA DE POLÍTICA SALARIAL DEL SECTOR PÚBLICO, sin la participación de las partes ni representantes, conformado por Fernanda Ferreyra, Nicolás Farias, Benjamin Larsen, Carlos Guberman, Maximiliano Farina, Enrique Pinedo. Todo esto a la vista de Guillermo Francos, Jefe de Gabinete.
Por parte de la institución no han existido manifestaciones por parte de Comisario General Luis Alejandro Rolle, tampoco por parte del Superintendente de Bienestar Comisario Mayor Favio Adrián Fara ni del superintendente de Administración el Comisario Mayor Ernesto Fabián De La Vega.
Impacto en las fuerzas de seguridad
La crisis del complejo hospitalario Churruca-Visca refleja un problema más amplio que afecta a todas las fuerzas federales. Los policías federales, que aportan obligatoriamente para sostener el sistema de salud, se encuentran con un servicio deficiente que no responde a sus necesidades básicas. Muchos efectivos y sus familias deben recurrir a otros sistemas de salud, generando un gasto adicional en sus ya deteriorados presupuestos familiares.
La situación se replica en delegaciones de todo el país, donde centros de salud dependientes del Ministerio de Seguridad presentan problemas similares de falta de personal, medicamentos y turnos disponibles. Pacientes de provincias como Mar del Plata o Chubut viajan a Buenos Aires esperando mejor atención, pero encuentran las mismas deficiencias.
Una promesa incumplida
El actual gobierno llegó al poder prometiendo mejoras sustanciales para las fuerzas de seguridad, incluyendo incrementos salariales significativos. Sin embargo, los hechos muestran una realidad diferente: sueldos que apenas alcanzan para cubrir necesidades básicas, un sistema de salud en crisis y la ausencia de respuestas concretas desde las autoridades responsables.
La crisis del complejo hospitalario Churruca-Visca se convierte así en un símbolo del abandono sistemático hacia quienes tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad ciudadana, evidenciando la contradicción entre el discurso oficial de apoyo a las fuerzas de seguridad y la realidad de políticas que las debilitan desde sus cimientos más básicos.