En una controvertida y alarmante decisión, el Tribunal Electoral de la provincia de Misiones, presidido por Cristian Benítez e integrado por los vocales Andrés Poujade y Augusto Busse, ha perpetrado un acto de profunda ilegalidad institucional al excluir del padrón electoral a más de 16.000 ciudadanos uniformados, negándoles de manera arbitraria y discriminatoria su derecho constitucional a votar en los comicios provinciales del próximo 8 de junio.
La resolución, publicada en el Boletín Oficial el pasado 23 de mayo, representa una grave regresión en materia de derechos civiles y garantías democráticas. A través de un suplemento de 285 páginas, se detallaron los nombres de los agentes de la Policía provincial, el Servicio Penitenciario, las fuerzas de seguridad federales y las Fuerzas Armadas que han sido privados del derecho al sufragio, amparándose en una norma provincial cuya validez constitucional ya había sido desestimada en fallos anteriores.
Una exclusión masiva y selectiva
La medida afecta al 1,6% del padrón electoral misionero, compuesto por 1.002.188 votantes. Sin embargo, el impacto real se magnifica si se considera que la participación promedio en la provincia ronda el 70%, lo que convierte a los uniformados en un grupo electoral significativo, capaz de incidir en el resultado.
La decisión contradice la jurisprudencia provincial. En 2006, el Superior Tribunal de Justicia de Misiones había declarado la nulidad absoluta del artículo 48 inciso 10 de la Constitución provincial —utilizado ahora como fundamento legal— en una acción presentada por la Fiscalía de Estado. Esa doctrina, que reconocía el carácter inconstitucional de la exclusión por condición laboral o militar, fue ignorada sin justificación por el actual Tribunal Electoral.
Violación de la Constitución Nacional y los pactos internacionales
Los fundamentos esgrimidos por Benítez, Poujade y Busse violan de manera flagrante la Constitución Nacional, que en su artículo 37 consagra el sufragio universal, libre y obligatorio, así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), ambos con jerarquía constitucional en Argentina desde 1994.
Tales tratados establecen que toda persona tiene derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos y a votar en elecciones periódicas, auténticas, libres y con sufragio universal. La exclusión por pertenencia a una fuerza de seguridad constituye una discriminación inaceptable y atenta contra los principios democráticos más básicos.
Favorecimiento político y manipulación institucional
Los antecedentes inmediatos —que muestran que en elecciones anteriores los uniformados sí habían sido habilitados a votar— revelan la arbitrariedad y oportunismo político detrás de esta medida. Diversos sectores denuncian que el objetivo es claro: favorecer electoralmente al oficialismo provincial y al gobernador Gustavo Valdés, limitando la participación de un segmento del electorado que podría inclinarse mayoritariamente por la oposición.
Frente a esta situación, fuerzas políticas como La Libertad Avanza, el Frente Unidos por el Futuro y el Partido Libertario han interpuesto recursos de apelación ante la Justicia Electoral. La abogada Valeria Soczyuk, representante de LLA, ha llevado el reclamo hasta el plano federal, solicitando que se restituya el derecho al voto a los uniformados y anticipando que el caso podría llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Una advertencia para la democracia
La decisión del Tribunal Electoral de Misiones no solo constituye un caso paradigmático de abuso de poder, sino que representa un precedente sumamente peligroso para la vigencia del Estado de derecho en Argentina. La exclusión deliberada de miles de ciudadanos del proceso electoral, por razones funcionales y sin sustento constitucional válido, configura una forma de fraude institucional y de intervención ilegítima en la voluntad popular.
En tiempos donde la legitimidad democrática exige transparencia, participación e igualdad ante la ley, acciones como esta erosionan los pilares fundamentales del sistema republicano. Es deber de la sociedad, de los partidos políticos y del Poder Judicial en su conjunto revertir esta grave afrenta y restaurar el pleno ejercicio de los derechos políticos para todos los ciudadanos sin excepción.