La crisis psicosocial que atraviesa la Policía de la Provincia de Buenos Aires se ha intensificado en los últimos años, reflejada en una alarmante cantidad de suicidios entre sus agentes. Según un informe reciente del diario Clarín, desde enero de 2024 ya se han registrado 37 suicidios en la fuerza bonaerense, una cifra que supera el promedio anual de 29 suicidios. Esta situación evidencia no solo las precarias condiciones laborales, sino también la falta de una respuesta efectiva para prevenir estos trágicos desenlaces.
A la Bonaerense se le suicidan 4 efectivos al mes en promedio. Son los más jóvenes, rasos y pobres, que nutren esa olla a presión.
— Josefina López Mac Kenzie (@josefinalopezmk) September 5, 2024
No tiene nada que ver con "la pandemia". Y la cifra no incluye retirados ni tentativas (muchos quedan discapacitados).
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Las condiciones laborales y psicosociales de los policías bonaerenses, que incluyen extensas jornadas laborales, alejamiento de sus hogares, sueldos insuficientes y presiones constantes, generan un ambiente de "burnout" y desesperanza entre los efectivos. Esta problemática no es exclusiva de la Policía de Buenos Aires, sino que también afecta a otras fuerzas de seguridad del país. Casos como la divulgación de información sensible en el Boletín Oficial por parte de la Gendarmería Nacional o sanciones arbitrarias impuestas por la Policía Federal Argentina sin controles adecuados demuestran que las irregularidades son frecuentes en diversas instituciones bajo la órbita del Ministerio de Seguridad de la Nación.
El Ministerio de Seguridad, actualmente conducido por Patricia Bullrich, ha desestimado varias denuncias presentadas por el personal de las fuerzas, enviándolas al archivo y negando cualquier tipo de control, protección o apoyo. La falta de una política integral de contención y la ausencia de mecanismos de control sobre las prácticas abusivas y discrecionales agravan la vulnerabilidad del personal de seguridad. Esta situación de desamparo aumenta la presión sobre los agentes, quienes no encuentran un canal de apoyo institucional efectivo.
Los altos índices de suicidios en las fuerzas de seguridad exponen la urgente necesidad de un enfoque serio y multidisciplinario que aborde las causas subyacentes de esta problemática. El desgaste emocional y físico de los policías, junto con la falta de acompañamiento psicológico y laboral, requiere medidas inmediatas para garantizar no solo la integridad de los efectivos, sino también una mayor transparencia y justicia en las decisiones que afectan su bienestar.
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