domingo, 15 de junio de 2025

La caída del entramado: cómo la Justicia desentrañó doce años de corrupción kirchnerista

La imagen de José López corriendo por un convento de monjas en General Rodríguez con bolsos repletos de nueve millones de dólares se convirtió en el símbolo de una época. Era junio de 2016, y aquellas filmaciones marcaron el comienzo del fin de lo que los tribunales describirían después como una red de corrupción que operó durante doce años en el corazón del poder argentino.

El día que todo comenzó a derrumbarse

Cuando López, ex secretario de Obras Públicas, fue capturado con el dinero y una carabina entre las paredes del convento, pocos imaginaban que ese episodio sería apenas la punta del iceberg. La detención del funcionario que manejaba las obras públicas del país abrió una caja de Pandora que todavía sigue revelando secretos.

López no tardó en convertirse en arrepentido. Desde su celda comenzó a narrar el funcionamiento de lo que los fiscales bautizaron como "la ruta del dinero K": un circuito donde las empresas constructoras pagaban coimas por las obras públicas, dinero que viajaba en bolsos desde las oficinas empresariales hasta los despachos del poder. Su testimonio alimentó los famosos "cuadernos de la corrupción", donde un chofer anotaba meticulosamente cada entrega de sobornos.

La red se extiende: De Vido, el articulador del sistema

En el centro de esta trama estaba Julio De Vido, el ministro de Planificación Federal que durante doce años controló las obras públicas más importantes del país. Los tribunales lo describen como el funcionario con más causas penales: desde la tragedia ferroviaria de Once hasta las licitaciones de Odebrecht-Aysa, pasando por las irregularidades en el financiamiento de la serie "Mamá Corazón" donde también resultó involucrada la actriz Andrea Del Boca.

De Vido había construido un sistema donde cada obra pública tenía su precio. Las empresas de Ángelo Calcaterra (primo de Mauricio Macri), Carlos Wagner, Aldo Roggio, Enrique Pescarmona y Néstor Otero pagaban para acceder a los contratos millonarios. El dinero fluía hacia arriba en la pirámide del poder.

Ricardo Jaime: el pionero de las condenas

Antes que López corriera por el convento, ya había caído Ricardo Jaime. El ex secretario de Transportes fue el primero en ser detenido, en abril de 2016, por orden del juez Julián Ercolini. Su historia judicial se convirtió en un catálogo de la corrupción: cinco años por la tragedia de Once, condenas por dadivas, por intentar robar documentación durante un allanamiento, por enriquecimiento ilícito, por la compra de trenes chatarra a España y Portugal.

Jaime había estado en el epicentro de las decisiones que costaron vidas humanas. La tragedia de Once, donde murieron 51 personas, se había convertido en el símbolo de cómo la corrupción puede ser letal. Los trenes que compraba eran chatarra, pero las coimas que cobraba eran millonarias.

Boudou: el vicepresidente y la imprenta

Mientras estos funcionarios manejaban obras y transportes, Amado Boudou, desde la vicepresidencia, había montado su propio esquema. La compra de la imprenta Ciccone se convirtió en un caso paradigmático: utilizó testaferros para adquirir una empresa que después recibió contratos millonarios del Estado para imprimir billetes.

La fotografía de Boudou en pijama durante su detención se volvió icónica, símbolo de cómo el poder había caído en desgracia. Cinco años y diez meses de prisión confirmados por la Corte Suprema certificaron que el segundo en la línea de sucesión presidencial había sido parte del entramado corrupto.

Lázaro Báez: el empresario del círculo íntimo

Pero ningún esquema habría funcionado sin los empresarios dispuestos a pagar. Lázaro Báez no era un funcionario, pero era algo más valioso para el sistema: era amigo y socio comercial de Néstor Kirchner, y después de Cristina. Su empresa, Austral Construcciones, se convirtió en la principal beneficiaria de la obra pública en Santa Cruz.

Báez construyó un imperio con dinero público. La "Ruta del dinero K" que llevó su nombre mostró cómo lavaba los fondos obtenidos ilegalmente. Diez años de prisión por lavado, seis años por la causa Vialidad, cuatro años y medio por la compra del campo "El Entrevero" en Uruguay. Los números de sus condenas reflejan la magnitud de sus operaciones.

El círculo se cierra: Cristina Kirchner

En el vértice de esta pirámide estaba Cristina Kirchner. Durante años, la ex presidenta observó cómo los tribunales condenaban a sus funcionarios más cercanos. Hasta la semana pasada, cuando la Corte Suprema confirmó su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua en la causa Vialidad.

La confirmación de su sentencia cerró un círculo que había comenzado con López corriendo por el convento. El próximo miércoles, la ex presidenta deberá presentarse en Comodoro Py para quedar detenida. Pidió arresto domiciliario en su departamento de San José 1111, en Monserrat, el mismo barrio donde funcionarios como De Vido y López habían manejado los hilos del poder.

Los que completaron el sistema

El entramado no habría sido posible sin otros actores clave. Romina Picolotti utilizaba fondos del Ministerio de Medio Ambiente para gastos personales. Ricardo Echegaray, desde la AFIP, facilitaba las operaciones fiscales irregulares. Juan Pablo Schiavi, otro responsable de la tragedia de Once, completaba el círculo de responsabilidades en el transporte público.

Guillermo Moreno, desde Comercio Interior, manipulaba estadísticas en el INDEC y usaba fondos públicos para hacer merchandising con la leyenda "Clarín Miente". Felisa Miceli fue la primera en caer cuando encontraron una bolsa con dinero sin declarar en el baño de su despacho, convirtiéndose en la primera funcionaria kirchnerista con condena confirmada.

Los aliados territoriales

La red se extendía más allá del gobierno nacional. Milagro Sala desde Jujuy, Sergio Urribarri desde Entre Ríos, y José Alperovich desde Tucumán completaban un sistema que abarcaba todo el país. Aunque Alperovich fue condenado por delitos sexuales, los otros dos enfrentaron condenas por corrupción que mostraban cómo el modelo se replicaba en las provincias.

El juicio que viene: los cuadernos de la corrupción

El próximo 6 de noviembre comenzará el juicio más importante: el de los "cuadernos de la corrupción". Allí se juzgará a Cristina Kirchner junto a los principales empresarios de la construcción del país. López, ahora arrepentido, será testigo clave para contar cómo funcionaba el sistema que él mismo ayudó a construir.

Las anotaciones del chofer Oscar Centeno, que durante años registró cada entrega de dinero, se convirtieron en la evidencia más sólida de cómo operaba la red. Cada línea de sus cuadernos cuenta una historia de sobornos, cada fecha registrada marca un día en que el dinero público se desviaba hacia bolsillos privados.

El final de una era

Desde aquella corrida de López por el convento hasta la confirmación de la condena de Cristina Kirchner, la Justicia tardó ocho años en desentrañar completamente la red. Los tribunales federales de Comodoro Py se convirtieron en el escenario donde se escribió el epílogo de doce años de gobierno kirchnerista.

La historia que comenzó con bolsos de dólares en un convento de monjas terminó con la ex presidenta de la Nación pidiendo prisión domiciliaria. Entre ambos extremos, una sucesión de condenas que dibujaron el mapa de lo que los fiscales califican como el esquema de corrupción más grande de la historia argentina reciente.

El próximo miércoles, cuando Cristina Kirchner se presente en Comodoro Py, se cerrará definitivamente un capítulo que comenzó con la imagen de José López corriendo con sus bolsos. La justicia habrá completado un círculo que tardó casi una década en cerrarse, pero que finalmente puso punto final a una era marcada por la corrupción sistemática en las más altas esferas del poder.

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