domingo, 21 de septiembre de 2025

Precariedad laboral en las fuerzas federales conducidas por Patricia Bullrich: personal obligado a buscar empleos paralelos para subsistir

La reciente noticia de un gendarme que debió repeler un intento de robo mientras trabajaba como chofer de aplicación en Rosario vuelve a poner en evidencia la situación crítica que atraviesan los integrantes de las fuerzas federales en Argentina. El hecho, que ocurrió cuando el efectivo era asaltado por una pareja de delincuentes que simuló ser pasajera, refleja no solo la inseguridad general, sino también la necesidad de que muchos uniformados busquen fuentes de ingreso alternativas para poder sostener a sus familias.

Según distintos relevamientos internos y cálculos, la gran mayoría del personal de las fuerzas federales percibe salarios que no alcanzan los dos tercios del RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables), parámetro que mide los ingresos promedio registrados. Esto ubica a gendarmes, prefectos, policías federales y miembros de la PSA muy por debajo de la media salarial del país, obligándolos a asumir trabajos extra, muchas veces informales y en condiciones riesgosas, como el caso del agente en Rosario.

Condiciones laborales deficitarias

A la baja remuneración se suman condiciones laborales consideradas deficientes. Los efectivos suelen enfrentar extensas jornadas, disponibilidad permanente, sanciones frecuentes y discrecionales sin un mecanismo de control real, y ausencia de derechos laborales reconocidos en otros sectores.

El Ministerio de Seguridad de la Nación, que debería velar por las condiciones de trabajo, es señalado por personal activo y retirado como un ente meramente burocrático, que tramita reclamos siguiendo únicamente la información provista por las jefaturas institucionales, sin instancias de contralor independiente ni mecanismos eficaces de defensa de los subordinados.

Impacto psicosocial

El deterioro económico y la presión interna también repercuten en el plano psicosocial. Diversos informes señalan que el personal de las fuerzas federales enfrenta altos niveles de estrés, ansiedad y frustración, en algunos casos derivando en episodios de autolesiones o intentos de suicidio. Estos hechos, aunque escasamente difundidos de manera oficial, han sido registrados en distintas unidades y revelan la falta de políticas de contención psicológica adecuadas.

Un problema estructural

El episodio en Rosario, en el que un gendarme debió utilizar su arma de fuego para defender su vida mientras intentaba obtener ingresos extra, funciona como un símbolo de una problemática más amplia: la precariedad económica y laboral de quienes integran las fuerzas federales.
La situación plantea un desafío urgente para el Estado: garantizar condiciones salariales y laborales acordes con la responsabilidad que implica el servicio de seguridad pública, en un contexto donde la inseguridad y la crisis social demandan mayor profesionalismo y dedicación.

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