Dos ciudadanos estonios, fueron extraditados a Estados Unidos por un esquema de fraude y lavado de dinero con criptomonedas, valorado en $575 millones.
Engañaron a cientos de miles de víctimas para invertir en su servicio de minería de criptomonedas, HashFlare, que en realidad no tenía la capacidad de minería prometida.
También recaudaron $25 millones con la falsa promesa de crear un banco de criptomonedas.
Usaron el dinero para adquirir propiedades y bienes de lujo. Enfrentan múltiples cargos y podrían ser condenados a hasta 20 años de prisión por cada uno.
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