En medio de una aguda crisis económica y con una significativa porción de la población sumida en la pobreza, resulta desconcertante cómo algunas decisiones gubernamentales pueden desviar recursos millonarios hacia fines que, a primera vista, parecen carecer de urgencia y prioridad. Tal es el caso reciente en nuestro país, donde se ha asignado un gasto desmesurado para financiar estudios e investigaciones históricas sobre Juan Domingo Perón. Este tipo de decisiones no solo pone en entredicho la responsabilidad fiscal y la preocupación genuina por los ciudadanos más desfavorecidos, sino que también destaca un peligroso culto a la personalidad que amenaza la integridad de nuestra democracia.
Un gasto desmesurado en tiempos de crisis
La decisión administrativa 631, firmada por el ministro Sergio Massa y el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, ha asignado $5,47 millones adicionales en el presupuesto 2023 para financiar al Instituto Nacional “Juan D. Perón”, dependiente del Ministerio de Cultura. Es importante señalar que esta medida se enmarca en una ampliación presupuestaria que aumenta el déficit previsto para el año en la asombrosa cifra de $9509 millones.
En un contexto donde gran parte de la población lucha diariamente por satisfacer necesidades básicas, como alimentación, salud y educación, es inconcebible que el gobierno destine semejante cantidad de recursos a un área que, si bien puede tener valor histórico y cultural, no parece ser una prioridad en momentos de crisis económica y social. Estos fondos podrían ser redirigidos hacia programas de asistencia social, desarrollo de infraestructuras, fomento del empleo y otras iniciativas que realmente contribuyan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Mala práctica de gobierno: Modificación de partidas presupuestarias
La forma en que el gobierno ha procedido a modificar las partidas presupuestarias también es cuestionable. La asignación de recursos adicionales al Instituto Nacional “Juan D. Perón” fue realizada por decreto, sin una clara justificación o transparencia en el proceso de toma de decisiones. Este tipo de práctica despierta suspicacias sobre cómo se manejan los recursos públicos y si existen verdaderos mecanismos de control y fiscalización.
La modificación de partidas presupuestarias de forma discrecional puede ocultar intenciones políticas, favorecer intereses particulares o impulsar agendas que no responden al bienestar colectivo. En una democracia, es crucial que los ciudadanos puedan confiar en que los recursos estatales se utilizan de manera responsable y justa, y que la toma de decisiones sea transparente y debatida en el ámbito legislativo.
El culto a la personalidad y su degradación de la democracia
El énfasis excesivo en la figura de un líder político, en este caso, Juan Domingo Perón, es un indicador preocupante de un culto a la personalidad que puede llegar a degradar los principios fundamentales de una democracia. Cuando un gobierno canaliza recursos significativos hacia la promoción y exaltación de una figura histórica, existe el riesgo de desviar la atención de los problemas y desafíos actuales que enfrenta la sociedad.
Un culto a la personalidad puede fomentar la polarización política, la simplificación de los problemas públicos y la erosión del debate político fundamentado en ideas y propuestas. Además, este tipo de enfoque puede llevar a que se privilegien proyectos y acciones que refuercen la imagen del líder en lugar de responder a las verdaderas necesidades y demandas de la ciudadanía.
En conclusión, la asignación de más de $5 millones adicionales en el presupuesto 2023 para estudios e investigaciones históricas sobre Juan Domingo Perón, en un país sumido en una grave crisis económica y con una significativa población en situación de pobreza, es un gasto desmesurado e injustificado que demuestra una falta de sensibilidad hacia las necesidades reales de la población.
Además, la modificación de partidas presupuestarias de manera discrecional representa una mala práctica de gobierno, que puede ocultar intenciones políticas y socavar la confianza de los ciudadanos en el manejo de los recursos públicos.
Por último, el culto a la personalidad alrededor de figuras históricas puede tener consecuencias negativas para la salud de nuestra democracia, ya que desvía la atención de los problemas actuales y puede generar divisiones y polarizaciones en la sociedad.
En tiempos de crisis, es fundamental que el gobierno actúe con responsabilidad y ponga el foco en solucionar los problemas que aquejan a la población en lugar de destinar recursos a cuestiones secundarias. La verdadera grandeza de un país se mide por cómo cuida y atiende a sus ciudadanos más vulnerables, y esto debe ser el principal objetivo de cualquier gobierno comprometido con el bienestar colectivo.
martes, 1 de agosto de 2023
El culto a la personalidad en tiempos de crisis: Un derroche absurdo en el presupuesto gubernamental
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