"El abuelo de Lucio Dupuy, Ramón, afirma que ningún organismo vinculado a los derechos humanos ha llamado a su familia en lágrimas desde que la madre de Lucio, y su pareja, asesinaron al chico. Lo vejaban, lo violaban, le quebraban los huesos y lo mataron.
Según Ramón, no recibieron ningún mensaje. Tampoco del Gobierno.
¿Por qué no los llamaron?
¿Por qué no los acompañaron?
¿Hay derechos humanos selectivos?
El feminismo es una causa noble. El feminismo radicalizado, como todo extremismo, es una patología beligerante.
Hay miedo social a criticar esas posiciones ultras.
Predomina el silencio.
Con miedo no se construye nada.
La Justicia se yergue cuando el miedo cede ante el imperativo de dictaminar como se debe.
Una jueza, según la familia Dupuy, entregó la tenencia de Lucio a su madre, sin hacer las debidas averiguaciones.
Si hubiera indagado lo que esa mujer hacía con su hijo, Lucio quizás estaría vivo.
Pero no lo hizo.
Es obvio,la Justicia se vuelve profundamente injusta cuando teme, cuando se corrompe o cuando simplemente se deja llevar por presiones tácitas o explícitas de sectores de la opinión pública que ahogan a la ley.
(...)
Hay una historia heroica de la lucha por los Derechos Humanos en la Argentina, y hay también una profanación de esa lucha.
Hubo corrupciones y malversaciones de las causas más nobles, y luego hubo y hay un litigio contra la verdad.
El silencio orgánico de diversos militantes ideologizados pero no realmente comprometidos, ignora los hechos y oculta la sangre derramada, y crecen los velos que ocultan las verdad y extienden las agonías y las muertes.
Hay una ruptura inhumana, un abismo que se puede verificar con el silencio frente al filicidio de Lucio, así como en cierto esbozo de defensa de los matadores de Fernando Báez Sosa que esbozaron ciertos comunicadores."
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